Las red flags en una relación de pareja que nunca debes ignorar
Una relación sana da paz, no miedo. Estas son las señales que indican que es momento de poner límites o salir corriendo de ella.
Al inicio de una relación, o en un noviazgo de varios años, a menudo se ignoran o minimizan comportamientos que son, en realidad, las primeras manifestaciones de un patrón de violencia y control. Estas señales de alarma, popularmente conocidas como ‘red flags’, son señales de que la dinámica de la pareja es tóxica o abusiva. Por ello, es muy importante poder identificar estas conductas, que se han normalizado como pruebas de “amor” o “pasión”.

Cayendo en la “trampa” disfrazada
La violencia en el noviazgo no siempre comienza con golpes o amenazas; muy a menudo se inicia con sutilezas emocionales y psicológicas. Además, estas conductas, van destruyendo la autoestima y la autonomía de la víctima poco a poco y suelen justificarse con frases como “es que me quiere mucho” o “es celoso, porque me ama”.
En México, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ofrece datos contundentes sobre la violencia psicológica y emocional que precede y acompaña a otras formas de agresión:
- El 21.9% de las mujeres de 15 años y más, que han tenido al menos una relación de pareja, ha experimentado violencia psicológica por parte de su pareja actual o la última.
- También, dentro de la violencia psicológica, el 13.5% de las mujeres reportó que su pareja la ha celado o ha vigilado sus actividades.
Estas cifras, evidencian que el control emocional y la restricción social no son excepciones, son patrones extendidos en las relaciones de pareja. Y es vital nombrarlo como lo que son: no son celos “normales”, no son errores de carácter, no son “formas de querer”. Son conductas abusivas que vulneran la autonomía y la libertad de las mujeres.

Ejemplos de red flags y conductas normalizadas
1. Los celos extremos disfrazados de cuidado
Los celos son una de las primeras banderas rojas. Ya que, cuando la pareja exige explicaciones detalladas de dónde se está, con quién se está o por qué se tardó, no es cuidado; es control. Incluso, se manifiesta con preguntas constantes sobre las actividades, o mostrando enfado si la pareja sale con amistades sin su presencia.
2. Revisión invasiva de dispositivos
La exigencia o práctica de revisar el celular, redes sociales o correos electrónicos bajo el pretexto de “confianza” es una grave violación a la privacidad y un acto de desconfianza profunda.
3. Las “bromas” humillantes
El uso de comentarios sarcásticos, descalificadores o bromas frente a otras personas sobre la apariencia, inteligencia o gustos de la pareja. Por lo tanto, si la “broma” duele y se repite, no es humor, es maltrato emocional.
4. Aislamiento progresivo
La presión sutil para dejar de ver a familiares o amistades (“no me cae bien tu amiga”, “prefiero que estemos solo tú y yo”). Porque el objetivo es volver a la víctima dependiente únicamente del agresor.

Detectar las red flags es autocuidado
Como señala Samantha Báez, Cofundadora de Casa Gaviota, Asociación civil mexicana dedicada a la prevención y erradicación de las violencias contra mujeres y niñas:
“Detectar una red flag a tiempo es un acto de autocuidado. Una vez que se identifica una conducta de control o descalificación, es muy importante estar alerta, establecer límites claros, platicarlo con alguien de confianza. La respuesta del agresor ante la imposición de un límite es, a menudo, una nueva red flag. Si la pareja responde con manipulación, culpa o escalando la agresión, es una señal de que la relación no debe continuar”.
Una relación saludable se basa en el respeto, la autonomía y la comunicación honesta, no en la sumisión ni la vigilancia constante. Así que, es importante dejar de romantizar estos comportamientos para que las personas puedan reconocerlos como lo que son: los primeros eslabones de la cadena de violencia.
Ignorar las red flags es poner en riesgo la propia integridad física y emocional. Además, el verdadero valor de una relación se mide por el nivel de seguridad y paz que aporta, NO por la intensidad del drama o la obsesión.

Reconocer y actuar frente a los celos, el control, las “bromas” hirientes o cualquier indicio de maltrato no es una señal de fracaso; es un acto de valentía y un paso decisivo para proteger la salud mental y el derecho a una vida libre de violencia.
“Nadie merece una relación que lo obligue a encogerse o a justificarse constantemente. Es vital romper el silencio y buscar ayuda profesional o en redes de apoyo al percibir la primera señal de alarma”, finaliza Samantha Baez, Co fundadora de Casa Gaviota A.C.
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